martes, 15 de diciembre de 2009

"Un pequeño inconveniente" de Mark Haddon. Una muy buena manera de perder el tiempo

Me encontré con la novela “un pequeño inconveniente” por casualidad, hace casi un mes, en una barata de libros. Apenas leí la contraportada supe que tenía que leerla; es una novela sobre una familia pero que bastante disfuncional, y yo quiero algún día escribir una novela sobre una familia disfuncional, por eso tengo que tantear el terreno antes de adentrarme ahí. Los parecidos con “Los Bunderbrook” de Thomas Mann vinieron a mi mente en automático, así que decidí darle una oportunidad a Mark Haddon y a su segunda novela, aunque eso implicó tener que dejar de lado una verdadera obra literaria por un rato.

Lo primero que se lee en la contraportada del libro (en la edición de Alfaguara) es: “pasen y conozcan a la familia Hall, un entrañable clan al borde de un ataque de nervios” y para ser sinceros, un ataque de nervios se quedó corto. Esta familia está compuesta por George Hall, su esposa Jean y los dos hijos Katie y Jamie. George se ha jubilado recientemente, por lo que ahora pasa más tiempo en la casa, eso le dificulta las cosas a Jean para citarse con su amante, quien de paso es un viejo amigo de George. Cuando George descubre que su mujer lo engaña, y que él muy probablemente esté sufriendo de una raro tipo de cáncer, empieza a padecer un extraño caso de locura mezclado con una crisis nervioso-maniaca depresiva, y de fobias exóticas. Esto dificulta bastante las cosas a toda la familia. Jamie, comienza a tener problemas en su relación homosexual con Tony porque le tiene miedo al compromiso, más aún, miedo a que su familia conozca a su novio. Katie, quien está divorciada, con un hijo pequeño y a punto de casarse con un hombre al que todos le dan poco crédito, empieza a tener dudas con respecto a su matrimonio, hasta el punto de suspender la boda y luego retomarla. Mientras se acerca el día de la boda de Katie todos tienen que hacer el esfuerzo y aparentar ser una familia normal por un día, con todo y sus problemas; eso sí, si antes de la boda no terminan sacándose los ojos los unos a los otros.

Esta es una novela de poco más de cuatrocientas páginas, bastante abarcable y sencilla, gracias también a sus capítulos cortos (gran parte de ellos de sólo una página), a su lenguaje preciso y al hecho de tener bastantes escenas increíblemente hilarantes (de hecho, ese es el punto fuerte de la novela, pocas me han hecho reír como ésta), así como escenas dramáticas muy vívidas (a mitad de la novela Jamie se harta de todos los problemas de su familia, por lo que termina regañándolos a todos en una de las escenas más fuertes y visuales que haya leído en toda mi vida). Además es una novela a la que el lector le pone mucho corazón. Es imposible no sentir simpatía por alguno de los personajes, en mi caso, yo tenía simpatía por el pobre Jamie, él es probablemente quien más lleva palo y el más marginado de toda la novela; la mayoría de las personas con quienes he hablado de esta novela dicen que su personaje favorito es Ray, el prometido de Katie, porque todos lo subestiman y lo ven como un campesino analfabeta cuando en verdad tiene mucho más valor.

“Un pequeño inconveniente” no es la mayor obra literaria de los últimos tiempos, de hecho, el adjetivo más conciso, preciso y puntual que le he podido colocar es 'intrascendente', y es que ésta es una novela/culebrón venezolano/comedia romántica/capítulo de Los Simpsons, todo en un solo libro. Debo decir que perdí mi tiempo leyendo esta novela, ya que, en vez de leerla, puede haber pasado por otra obra más importante, como “Matar a un ruiseñor” de Harper Leer (novela que pretendo comenzar hoy, si Dios me lo permite), pero como pérdida de tiempo es una de las mejores; es más, me alegra haber perdido mi tiempo leyendo “Un pequeño inconveniente” y volvería a perder mi tiempo releyéndolo ¡Oh sí!

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